lunes, 9 de noviembre de 2009

LA CATÁRSIS EN SHAKESPEARE

El presente artículo está orientado a descifrar el problema de la catarsis en las obras de Shakespeare, obras que representan la tragedia universal, enfocándonos en Macbeth, creada aproximadamente en 1606 y publicada en 1623, como así también; Hamlet que fue compuesta probablemente entre 1599 y 1601. Para estudiar este concepto, nos concentraremos en la concepción de teatro acuñada por Antonin Artaud en El Teatro y su Doble.

Las obras, narranuna historia marcada por la traición y la ambición, en consecuencia, esto nos lleva a enfocar el análisis desde estos sentimientos. Puntualizaremos cómo se produce la catarsis a través de acciones de crueldad e irracionalidad, y cómo esta se relaciona con las ideas descritas en El manifiesto de la crueldad de Antonin Artaud.

Palabras clave: Tragedia- Catarsis- Rito- Crueldad

La tendencia casi inmanente del hombre de huir de aquello que le produce horror, lo lleva a convertirse en una especie temerosa, incapaz de enfrentarse ante su propia constitución dual: Bondad y Maldad. Somos capaces de representarnos en nuestra existencia como víctimas y victimarios, como un signo de dos facetas. En Macbeth, tanto como en Hamlet, esta dicotomía humana se va configurando a través de los acontecimientos que llevan al protagonista a la locura y la muerte. Sin embargo, esta problemática trasciende más allá de un tiempo histórico; el hombre enfrentado a su sentido de existencia, horror y crueldad, es una cuestión que atraviesa diametralmente la existencia humana a través de la historia. Es por esto que no es de extrañar que se generen relaciones dialógicas, tanto en el sentido diacrónico como en la multiplicidad de voces que hablan y convergen en las obras de autores pertenecientes a distintos siglos. La obra de Shakespeare es tan actual como la más reciente de las obras escritas, y es por eso que será analizada a través de autores que conciben una “nueva forma de hacer teatro”[1]

Para este análisis, tomaremos como objeto de estudio las obras Macbeth y Hamlet de Shakespeare, y la contrastaremos con las ideas de teatro contenidas en la obra de Antonin Artaud El Teatro y su doble.

Partiremos nuestro trabajo desde la premisa de que la catarsis en Macbeth y Hamlet, se genera a través de la crueldad, es decir, los actos de muerte y asesinato generan en el espectador-lector, los sentimientos propios de la tragedia, ya no presentada como una obra teatral, sino como una deconstrucción de la vida en los actos, más allá del escenario y las palabras.

Para alcanzar los objetivos propuestos y afirmar la hipótesis planteada, en el presente estudio se ejemplificará, analizará y reflexionará acerca del objeto de estudio ya indicado, mediante la investigación de Macbeth y Hamlet, obras emblemáticas del escritor, poeta y dramaturgo inglés William Shakespeare. Con el fin de sustentar teóricamente nuestra investigación, se considerarán los estudios de Aristóteles, Antonin Artaud, Peter Brook, Friedrich Nietzsche, entre otros.

Al comenzar a investigar acerca de la catarsis, fue un tanto difícil encontrar estudios teóricos que hablen exclusivamente de dicho efecto producido en la tragedia, puesto que es un recurso que se da dentro de la obra, por lo cual no se estudia por separado. El término catarsis habría sido utilizado por primera vez por el griego Hipócrates (siglo V a.d.c) en sus Aforismos, para referirse a la purificación del cuerpo mediante la expulsión de los humores dañinos.
El primer estudio teórico-crítico que habla de la tragedia como manifestación literaria es La Poética de Aristóteles. En su obra, se comienza a estudiar la catarsis, la que es definida como “una experiencia de purgación de las pasiones expuestas por los personajes en el alma del espectador. Es así como éste, a través de la compasión y el temor, eliminaría de su alma el exceso de ira, los sentimientos de venganza y otras pasiones o sentimientos desmedidos. De esta manera, se vuelven a los principios apolíneos de armonía y mesura” (Aristóteles, 1974: 56)

Con el transcurso del tiempo, en los comienzos del siglo XX, este término es retomado por la psicología, específicamente por el psicoanálisis, que define la catarsis como “la acción mediante la cual se liberan del inconsciente las ideas que habían sido relegadas a él, como mecanismo de defensa de la personalidad” (Diccionario de Psicología Océano, 1985:56). Desde un punto de vista más literario, Freud considera la catarsis un sentimiento pasajero, por lo tanto, más bien estéril, puesto que el público la experimenta sintiéndose igual que el héroe clásico, pero consciente de no ser el protagonista en la escena.

En el teatro Shakesperiano, los personajes viven atormentados por las pasiones humanas. La catarsis se produce a través de acciones crueles y patéticas. En Macbeth, el protagonista ya no es perseguido por su destino inquebrantable, sino que es él mismo quien lo forja al dejarse llevar por ambiciones personales que terminan en traición y destrucción; un final que, paradójicamente, comienza con la aparición de las brujas, en el comienzo de la obra. En cuanto a Hamlet, el personaje toma la confesión de su padre ya muerto, decidiéndose a emprender la venganza de éste, haciéndose pasar por loco para conseguir su objetivo, causando así su tormento y el de los demás personajes.

Para Artaud, la obra teatral debe ser una deconstrucción de la vida, ritualización, un estado espiritual, un volver a la esencia primitiva. Es teatro metafísico, que deja al espectador desnudo ante sí mismo. Esta nueva forma de hacer teatro se compone de lenguaje visual, movimientos, gestos, actitudes, fisonomías, palabras transformadas en signos, en sonidos. Todos estos elementos convergen en un estado catarquico, de locura y anarquía. Los elementos y las acciones se muestran patéticas, chocantes, crueles; nos producen compasión y temor, ya no a través de la mimesis ni del diálogo, sino a través del encuentro del espectador con su oscuridad, su inconsciente, su negación. Es un encuentro de su naturaleza ante él como un otro yo.

Una manera de lograr este “teatro total”, es volviendo a sus orígenes: el teatro como rito. En palabras de Peter Brook:

“Artaud deseaba un teatro que fuera un lugar sagrado, quería que ese lugar estuviera servido por actores y directores devotos que crearan una inacabable sucesión de violentas imágenes escénicas provocando poderosas explosiones de humanidad que a nadie le quedarán deseos de volver a ver un teatro de anécdota y charla” (Brook: http://blog.pucp.edu.pe/item/17196 )

Es imposible desligar a los autores de su entorno histórico, social y cultural. Estos aspectos serán estudiados, con el fin de contextualizar e interrelacionar las ideas históricas con las subyacentes en los autores, para interpretar la obra de Shakespeare desde una perspectiva más contemporánea. Posteriormente, se analizará y describirá la relación entre traición, muerte y locura, el bien y el mal en la obra, y se finalizará con proceso de catarsis en Macbeth y Hamlet, desde la problemática del rito, el horror y la crueldad propuesta por Artaud.

El enfoque que daremos en el presente trabajo es el hermenéutico, puesto que se presentan diferencias anacrónicas entre el objeto de estudio y los textos teóricos que utilizaremos en su interpretación, por lo cual, consideramos que éste será el método más adecuado para lograr a cabalidad los objetivos planteados. En la parte de desarrollo, buscaremos abarcar los diferentes aspectos que influyen en la interpretación de una obra y finalmente, en la conclusión se tratará el logro de los objetivos, resolución de la hipótesis, supuestos hallazgos e interpretaciones personales.

Shakespeare y el Teatro Isabelino
El reinado de Isabel I de Tudor, hija de Enrique VIII y Ana Bolena, tuvo una duración de cuarenta y cinco años (1558-1603) el crecimiento de mercado, el progreso de la industria textil y el flujo de oro y plata provenientes del comercio con las colonias americanas, disuelvan la economía feudal y, consecuentemente, debilitaron el poder de los terratenientes. De esta manera, la aristocracia feudal fue relegada de su poder y comienza el ascenso de una pujante burguesía. Con el debilitamiento de la nobleza feudal, la Corona y la Corte afianzan su poder político.
El inglés del periodo isabelino es hijo del Renacimiento y la Reforma. Junto con estos cambios, los viajes del descubrimiento y conquista de América, el repudio a la autoridad papal, la revelación de la literatura y el arte paganos entre otros, estimularon al crecimiento de Inglaterra hasta transformarse en potencia económica y cultural.
Todos estos acontecimientos también se hicieron manifiestos en el auge de la literatura y, en especial, del teatro. En este marco resalta la figura de William Shakespeare, como el máximo exponente del teatro isabelino, el cual debe su nombre justamente por desarrollarse en el periodo anteriormente mencionado. Incluso éste tiene su prolongación hasta el reinado de Jacobo I Estuardo, sucesor de Isabel I.
Es característico del teatro Shakesperiano lograr una síntesis de valores populares y renacentistas. Shakespeare, además de reflejar los problemas de su tiempo, encuentra la manera de que éstos adquieran una nueva forma dramática. La fusión de elementos dramáticos con los humanistas, el descubrimiento de experiencias sociales y culturales, y el equilibrio en la estructura de sus obras son tal vez los más grandes aportes de éste al teatro y la literatura en general.
Uno de los mayores logros del autor, es en el ámbito de la tragedia: a obras como Romeo y Julieta (1595), Hamlet (1601), Otelo (1603-1604) y Macbeth, esta última escrita y estrenada en 1606 ante la corte de Inglaterra para honrar la visita del Rey de Dinamarca.
La tragedia Shakesperiana está poderosamente influenciada por los autores clásicos: Ovidio, Séneca y Plutarco aparecen como los más recurrentes.
En cuanto a la técnica, Séneca es uno de los más influyentes tanto en el teatro Isabelino como en el teatro Shakesperiano. La vuelta en el uso de recursos dramáticos tomados del mundo fantástico como fantasmas, aparecidos, brujas, es patente y fundamental en Macbeth, puesto que éstos son los elementos esenciales que forman la trama de la obra. En Hamlet, si bien están presentes elementos fantásticos como el espíritu del difunto Rey de Dinamarca, dichos elementos no son principales para formar su trama, puesto que esta se crea en base reacciones humanas reales.



Antonin Artaud y el Surrealismo
El primer tercio del siglo XX se caracteriza por grandes tensiones y enfrentamientos entre las potencias europeas (Primea Guerra Mundial, caída de la bolsa de Wall Street, movimientos revolucionarios, los nacionalismos).
El principal valor será, pues, el de la modernidad, o substitución de lo viejo y caduco por lo nuevo y original. De esta voluntad de ruptura con lo anterior, la lucha contra el sentimentalismo, la exaltación del inconsciente, de la libertad, de la pasión y del individualismo nacerán las vanguardias.
Dentro de este estado de convulsión general nace Antonin Artaud (1896-1498). Su historia está marcada desde su niñez por la enfermedad y la muerte. En 1905 muere su hermana Germaine, lo que le provoca un estado depresivo que desencadenará una profunda crisis existencial, y es el probable detonante de las enfermedades mentales que lo acompañan durante el resto de su vida.
En 1920 llega a París en donde tiene su primer contacto con Andrés Bretón, máximo exponente del movimiento Surrealista[2]
El pensamiento surrealista está fuertemente marcado por Sigmund Freud, quien postula a que conocemos sólo una pequeña parte de nosotros mismos, puesto que lo consciente está secundado por lo inconsciente, que aún no ha sido exhaustivamente explorado. La importancia del mundo del inconsciente y el poder revelador y transformador de los sueños, conectan al surrealismo con los principios del psicoanálisis, el cual investiga los procesos mentales inconscientes, y la relación de estos procesos con la conciencia.
En el Primer Manifiesto Surrealista, escrito por Bretón en 1924, destaca la concepción de "automatismo psíquico puro”, el cual intenta expresar el funcionamiento real del pensamiento. Comienza el cuestionamiento a la locura y se exalta el poder de la imaginación, los sueños, lo ilógico, lo desconocido.
Desde un comienzo, para Artaud el teatro tiene algo de trascendente y sagrado. Este espejismo se hace manifiesto con la actuación de un grupo japonés que visita Marbella en 1931 y su viaje en 1936 a México donde vive con los indios Tarahumaras, los cuales lo dejan impresionado con sus danzas rituales[3]. Éstos son los cimientos que comienzan a dar forma a los que posteriormente sería la concepción de teatro de la crueldad.

Muerte, traición y locura en Macbeth

La fuerza arrolladora y también destructora del mal, configuran el mundo de esta tragedia isabelina, donde todas las acciones se vuelven contradictorias y ambivalentes.
En el comienzo de la obra, nos encontramos con Macbeth, un valiente general, leal a su Rey. Sin embargo, cuando se encuentra con las brujas y éstas le vaticinan que su destino sería el de ser rey de Escocia, comienza un viaje sin retorno, que lo llevará a la locura y finalmente a la muerte.
Macbeth, instigado por voces femeninas que lo guían en su destino trágico, se vuelve una marioneta, ya no de lo que fue el hado en la tragedia griega (un destino marcado por los dioses), sino que sucumbe ante sus propias pasiones.
Algo paradójico en esta obra, es que la única manera en que se cumpla el destino de Macbeth, es a través de la muerte. Las voces de las brujas bien podría ser también la voz su inconsciente o conciencia primitiva; la voz de Lady Macbeth es la del presente, la que impulsa a los actos desde la conciencia inmediata.
El hombre suele evadir el dolor: la locura es una manera de huir de su propia esencia. El primer asesinato es instigado por Lady Macbeth, la cual termina sucumbiendo a la enajenación: se refugia en el dulce brazo de la inconsciencia y la locura. Se dirige sonámbula a lavar sus manos intentando borrar las huellas de su crimen, ese que en la realidad de la historia nunca podrá borrar. Ambos personajes necesitan la locura como un refugio mental, como una manera de no enfrentar sus actos.
Lo desconocido produce temor en el ser humano. Uno de los temores más arraigados en la cultura occidental es el miedo a la muerte. Según la concepción cristiana, después de la muerte trascendemos al más allá de acuerdo a la naturaleza de nuestras obras. En Macbeth, la muerte provoca una serie de acontecimientos que permiten vislumbrar la turbulencia que existe en el interior de los personajes. Por una parte, está Lady Macbeth que no ejecuta el asesinato, pero lo incita:
“Sed huésped obsequioso con la mirada, con la mano y con la lengua, y presentaos como una flor inocente, pero sed la serpiente que se oculta bajo esa flor […] yo me encargaré de lo que se ha de hacer esta noche y después, todas vuestras noches y vuestros días transcurrirán en la plena posesión del poder y del derecho absoluto de hacerlo todo” (Shakespeare,1998: 51)
Macbeth, quien realiza el asesinato, siente remordimiento, pero éstos son cegados por el poder que ha adquirido gracias a la muerte de Duncan. Sin embargo, ambos personajes son perturbados por sus acciones. Por una parte, siguen actuando de acuerdo a sus ambiciones, pero por otra, la muerte los comienza a rondar desde su inconsciente. La aparición del fantasma de Banquo – el cual sólo Macbeth puede ver- comienza a producir la catarsis en el personaje, lo que lo lleva a la locura. Esto se refuerza cuando en el quinto acto, donde aparece una Lady Macbeth sonámbula, presa de su inconsciencia, que busca infructuosamente limpiar su culpa: “Aún huele a sangre, Todos los perfumes de Arabia no desinfectarían esta mano” (Shakespeare, 1998:108)
Posteriormente, Macbeth es seguido por el fantasma de Banquo, que bien podría ser una creación de su inconsciente, (nadie más lo ve) o la manifestación de su crimen. Este fantasma también aparece en su segundo encuentro con las brujas junto con los ochos reyes, llevando un espejo en la mano; este espejo tiene dos significados: por una parte, le muestra a Macbeth que el destino será inquebrantable, pues habrán ocho descendientes de Banquo que lograrán ser reyes. Por otro lado, el espejo representa el reconocimiento de sí mismo ante el horror de sus actos. Este espejo no es mostrado por un hombre viviente, sino por un espectro, por algo que viene desde el más allá a crear tormentos y tribulaciones en el nuevo Rey.
Si algo han perdido ambos personajes es el sueño. Al invocar el mal, el mundo de las sombras y de la muerte, ambos vivirán sin reposo: “Mejor estar con los que han muerto, a quienes para obtener la paz a la paz enviamos, que yacer con la mente atormentada en un delirio que no cesa” (Shakespeare, 1998:82).
La traición, la locura y la muerte son temas que se transforman en el hilo conductor de esta tragedia. Al eslabonarse un crimen despiadado, y otro con sus respectivas consecuencias, se van configurando las condiciones para que los involucrados en estos crímenes terminen sucumbiendo en la locura, como una manera de refugiarse ante el patetismo e irracionalidad de sus actos.

El bien y el mal en la obra
En Macbeth, la lucha interior es un símbolo de la pugna entre el bien y el mal en cada individuo. Lo paradójico de la obra es que los actos de maldad conllevan a una recompensa, pues se cumplen los vaticinios, el protagonista adquiere más poder y finalmente logra ser rey. A través del bien y del mal se consiguen los fines; se justifican los medios, pero las consecuencias de estos medios no le permiten ser feliz en sus logros.
La maldad cobra la razón de Macbeth y Lady Macbeth. Ambos son personajes que, consecuencia de sus desquiciados actos, bajan al reino de los demonios, para posteriormente verse devorados por su conciencia, por los fantasmas de sus crímenes y por sus remordimientos.

Venganza, locura y muerte en Hamlet
Interpretación y consideraciones:
Hamlet ahonda temas como la locura, las dudas del protagonista ante la madre adúltera y cómplice en el asesinato del padre, y patentiza la lucha entre la razón y la locura, entre el bien y el mal, indagando en los sentimientos y pasiones humanas.
Va más allá de otras tragedias centradas en la venganza, pues retrata de un modo escalofriante la mezcla de gloria y sordidez que caracteriza la naturaleza humana. Hamlet siente que vive en un mundo de engaños y corrupción, sentimiento que le viene confirmado por el asesinato de su padre y por la sensualidad desenfrenada de su madre. Estas revelaciones lo conducen a un estado en el que los momentos de angustia e indecisión (duda) se atropellan con frenéticas actuaciones, situación cuyas profundas razones continúan hoy siendo motivo de distintas interpretaciones.
Hamlet es hijo único de un rey en la fuerza de la edad y de una reina muy joven. Ha tenido, por consiguiente, la infancia y la juventud de un príncipe heredero y de un hijo único. Ha sido niño mimado, acostumbrado a la obediencia de todos.
El rasgo dominante de su carácter es un inmenso amor por su madre, un amor exagerado. Ha sido el niñito enamorado de su madre, más dolorosamente celoso que un amante. Estos celos gritan y sufren, y amenazan a cada instante.
En su drama, Hamlet no es dejado a un lado por su padrastro y por su madre. Por el contrario, el rey trata de ganar su confianza y amistad. Este rey se halla atormentado por continuos remordimientos. Este hombre (Claudio), perseguido por su conciencia, no tiene ningún deseo de matar al joven Hamlet; no tiene, además, ningún motivo. No ha usurpado el trono. No es Hamlet el que hubiera sucedido a su padre: es la reina, quien al morir el rey se ha convertido legal y fundadamente en soberana. Hamlet no puede quejarse de haber sido despojado. Por lo demás, el príncipe no parece tener grandes deseos de reinar. Su inclinación por los grandes sueños filosóficos no deja lugar en su corazón para la ambición. Hamlet no es peligroso para el rey. Además, el asesinato no ha sido público; Hamlet lo ignora.
El rey, por medio de sus bondades hacia Hamlet, trata de calmar sus propios remordimientos. Sus declaraciones no carecen de verdadera ternura, son sinceras. Hamlet se comporta sombrío y sarcástico. Simula su locura, sin razón alguna, ya que no corre peligro. Al contrario, el rey hace vigilar al loco, naturalmente, aunque sólo fuera por amistad hacia él. Por fin, cuando da muerte a Polonio, el rey se decide a matarlo.
Hamlet desprecia a su madre como objeto mismo de su deseo y a su padre como el de sus celos.
La encarnación de este doble sentimiento es Claudio. Pese a todas las insolencias, los insultos con los que lo abruma, Hamlet no puede culpar profundamente a su tío por un crimen audaz que él mismo sueña con cometer. Si no cesa de evocar a su madre en los términos más sensuales ni de vilipendiar al rey por su lujuria, es porque el incesto lo obsesiona. Hasta mezclará las fechas del casamiento y del asesinato, mostrando de esta suerte que la muerte de su padre no puede significar para él sino la posesión de su madre. El tío ha cometido pues, los dos crímenes juntos.
Se puede considerar a Hamlet como una conciencia sin acción. Durante toda la obra delibera, acerca de los actos que podría cometer. El dilema de Hamlet, la razón de su parálisis, consistiría en: si no actuar sería para él convertirse en cómplice de un criminal, actuar no es más que convertirse en el servidor de un muerto. Matando a su tío, el príncipe no cumpliría más que un destino suyo propio y, lejos de realizarse, sería simplemente el instrumento de un sueño paternal. Es indeciso e impotente para actuar, oponiéndose a Alertes, que sería una acción sin conciencia, quien desencadena el desenlace de la obra (por el deseo de vengar a su padre) y a Fortinbrás, héroe que reúne todas las virtudes de los otros dos, sin tener sus defectos.
El tema central de la novela Hamlet es la venganza, pues toda la obra gira en torno de esta, puesto que una persona es asesinada y se quiere vengar su muerte, Hamlet es la persona encargada de vengarla hace hasta lo imposible para lograrlo; de ahí vienen varios sentimientos como el de corrupción, la frialdad del mundo en el que se está viviendo, con engaños. Esta persona esta en contra de todo esto, pero para poder vengar la muerte, tendrá que apoderarse de los sentimientos más crueles que no son parte e su personalidad ni de su agrado como lo es la misma venganza, hipocresía, crueldad, criminalidad, inhumano y otros, además tendrá que matar personas para lograr su objetivo.
Va más allá de otras tragedias centradas en la venganza, pues retrata de un modo escalofriante la mezcla de sentimientos que caracteriza la naturaleza humana. Hamlet siente que vive en un mundo de engaños y corrupción, sentimiento que le viene confirmado por el asesinato de su padre.
A la cuestión de la locura se le da mucha importancia en la obra. Se habla principalmente de la "locura" de Hamlet, muy mencionada, pero poco observable ya que en sus frases él juega mucho con las palabras, pero atrás de este juego, se puede encontrar una lógica a sus ideas. Hasta el asesinato de Polonio, aparentemente Hamlet actúa con reflexión y acierto, no se puede descifrar si esta loco o juega con la locura, pero todo se aclara luego del asesinato en donde el protagonista realmente actúa con falta de racionalidad. En ese momento es donde se demuestra más claramente que Hamlet tenía una idea de venganza, pero no un plan para llevarla a cabo, y se encuentra con situaciones que lo sobrepasan, cometiendo en esas situaciones verdaderas atrocidades.
En el caso de Ofelia surge una locura que le sirve para esconder su dolor, refugiarse en ella, como forma de evadir la realidad. Esta locura la hace en cierta forma preferir la muerte, pensar que con la muerte del cuerpo, el alma se libera, tenía el mismo criterio de Plató con respecto a "que el cuerpo era la cárcel del alma". Este es un factor que oscurece la muerte de Ofelia, dudando sobre la posibilidad de un suicidio, algo que iba contra las reglas, si uno no era "llamado" por Dios, no tenía derecho a estar en el cielo.
La locura en la obra, aparece bajo distintos disfraces, no solo de la mano de la insensatez y el dolor, la evasión, si no también incitada por el poder. El rey, si bien no actúa irracionalmente en sus comportamientos, esta obsesionado por obtener el poder, no importa cual sea el precio. Un pensamiento netamente individualista, que podría ser claramente calificado de posmodernista, ya que el rey tiene la idea de la perfección que quiere alcanzar, que es tener todo el poder, por más que por ello tenga que matar a su hermano y a su sobrino. Y mantener una buena apariencia frente a su pueblo, y su amada, la madre de Hamlet.
Uno de los dilemas principales de esta obra está sin lugar a dudas planteado por el famoso monologo de Hamlet. La gran pregunta de él es si quitarse la vida o no. Por que piensa que estando vivo tiene que tolerar demasiadas humillaciones y cree que terminando con su vida también terminaría su sufrimiento. Aunque, también encuentra un problema a la hora de suicidarse ya que si lo hace no sabe lo que le deparara el destino. Tiene miedo a lo que vendrá y a no poder volver, Hamlet plantea que va a ser mejor pero siempre guarda la incertidumbre de cuan mejor será suicidarse ya que el suicidio no es lago digno. En ese entonces había una gran crisis espiritual, por lo que pensaban que sin el cuerpo el espíritu iba a encontrar la felicidad. Se plantea para que seguir viviendo y así tener que seguir soportando ese sufrimiento, si suicidarse termina ese gran dolor. Cuando pronuncia este monólogo tiene una calavera en la mano, le habla a la muerte, como para conseguir una respuesta, alguien que realmente afirme que no se va a arrepentir de terminar con su vida.



El bien y el mal en Hamlet
Hamlet ha dado base a una multitud de interpretaciones y análisis psicológicos que representan la infinidad de etapas de la mente humana en la lucha entre el bien y el mal. Algunos califican a Hamlet como “un instrumento del destino en vez de un ser independiente” ; otros, que posee un defecto o desequilibrio en su constitución psíquica, monstruo del egocentrismo
El proceso de catarsis a través de la crueldad
En Macbeth, tanto como en Hamlet, ambas concepciones del término se unen y convergen. Por una parte, en ambas obras las pasiones desmedidas de los protagonistas son los que producen efectos catárquicos en el lector-espectador, pero por otro lado, no podemos desconocer los componentes sicológicos que subyacen en estas pasiones que llevan a éstas acciones impulsivas.
Existe un nuevo componente que hace que estas obras se deslinden de la concepción Aristotélica de catarsis: la purgación a través de la compasión y el temor ya no se produce por pasiones desmesuradas, sino que se producen a través de la violencia, la crueldad y la locura en el caso de Hamlet que son desencadenadas por pasiones desmesuradas.
Una cuestión importante en Macbeth, es que el crimen de Duncan no es descrito, es decir, el suceso que desencadena el resto de la obra no es manifestado a través de diálogos; lo cual es similar en la muerte del rey de Dinamarca para la obra Hamlet. Para Artaud, la experiencia del teatro debe estar desprovista de palabras; ésta debe transformarse en un lenguaje de sonidos, una metafísica de la palabra, ruptura del teatro con el texto, por lo que es decidor que el más importante de los acontecimientos de la obras estén desprovisto de ellas y, sin embargo, sea el más significativo, y provoque en el lector- espectador un efecto de catarsis, tanto por el horror de la traición, como por su violencia.
La crueldad no está ausente como fuerza catalizadora de los acontecimientos. Lady Macbeth se invoca una verdadera plegaria, con la finalidad de ser desprovista de todos aquellos sentimientos que la pudiesen alejar de sus ambiciones:
“Venid, venid, espíritus que inspiran los pensamientos homicidas; trocad mi sexo débil y llenad todo mi ser de la crueldad más implacable. Condensad mi sangre y cerrad en mí todo paso al remordimiento para que la compasión no ahuyente mi cruel proyecto ni retardar su ejecución” (Skakespeare, 1998:50)
Para la obra Hamlet, el proceso de catarsis acontece en el momento que el Rey, padre de Hamlet, una vez muerto, se aparece a su hijo, confesándole las razones y el como se llevó a cabo su muerte a manos de su hermano Claudio, desencadenándose así sentimientos de venganza y odio en Hamlet.
“¡Oh, legiones celestiales! ¡Oh, tierra! ¿y qué más?, ¿agregaré infierno?... ¡Oh infamia! ¡tranquilo corazón mio! ¡Qué los nervios no me fallen y que me mantengan erguido!... ¡Qué me acuerde de ti!... ¡Sí, sombra desventurada!... ¡Qué me acuerde de ti!... Sí, borraré de mi memoria todo recuerdo trivial y vano, todas las frases de los libros, todas las ideas! Sólo tu mandato vivirá en mi cerebro. ¡Sí, por todos los cielos!... ¡Oh, la más inicua de las mujeres! ¡Oh infame, infame; risueño y maldito infame!... ¡Mis apuntes!... ¡Será bueno anotar que uno puede sonreír y sonreír, y ser un miserable! Por lo menos, estoy orgulloso que ello pueda suceder en Dinamarca.” (Shakespeare, 1998: 20)
Una de las cosas que más le produce temor al ser humano es lo desconocido. El destino trágico del personaje, paradójicamente, comienza con la revelación de una verdad, de un destino manifiesto. El exceso de conocimiento es tanto o más nocivo que el desconocimiento. Macbeth conoce su destino histórico, pero desconoce los medios para que este destino se cumpla; es por eso que en hombre, ante la disyuntiva de saber lo que no debe saber, se vuelve prisionero de sus acciones. En su deseo de saber más allá de lo permitido, en el cuarto acto, vuelve a increpar a las brujas, sin importar las consecuencias:
“Por el poder de que os alabáis os conjuro que me contestes, cualquiera sea vuestra respuesta. Aunque tengáis que desencadenar los vientos y lanzarlos contra las iglesias […] aunque se trunquen los árboles, se desplomen los castillos sobre los dueños […] aunque rueden revueltos todos los gérmenes de la naturaleza hasta agotar la misma destrucción, contestad a mis preguntas” (Shakespeare, 1998: 91)
En esta cita podemos observar que la violencia invocada se torna ritual, natural. Las palabras de Macbeth se vuelven un verdadero conjuro a las fuerzas del mal; es un sucumbir de la naturaleza ante los deseos del hombre. Sobre este mismo aspecto, Artaud propone la idea de un teatro que apele a las idea de carácter ilimitado: las ideas acerca de la creación, el devenir, el caos, ideas de orden cósmico, inexploradas que nos permiten vislumbrar un dominio que el teatro desconoce, con la finalidad de crear una ecuación entre el Hombre, la sociedad, la naturaleza y los objetos.
Por otro lado, el tema de las brujas, representadas como fuerza oscura de la naturaleza, son portadoras de este destino aciago, que despiertan las pasiones desmedidas y la ambición. La aparición de Hécate – diosa griega de las tierras salvajes- en el segundo encuentro con las brujas, nos permite inferir la necesidad de reminiscencia del pasado.
Las brujas son elementos que el autor recoge de tradiciones medievales, son las castigadas por la Inquisición, las portadoras de un poder que proviene desde el otro lado: son la fuerza de la oscuridad. Éstas brujas son las que mueven la obra desde su ritualidad. Como mencionamos anteriormente, el hombre le teme a lo desconocido: las brujas representan el mundo de lo desconocido. Ellas vaticinan el destino que sólo es accesible a los ojos de Dios, distorsionan la continuidad del tiempo.
En la obra de Artaud, se le da una importancia fundamental a lo que es el rito en la obra, y es éste también un detonador de catarsis. En Macbeth, el segundo encuentro con las brujas desencadenan el patetismo y el horror del espectador-lector al ver a un hombre sucumbiendo ante su sed de conocimiento por el futuro. También se muestra el horror al enfrentarse ante sus fantasmas, ante su imagen reflejada en un espejo.
Otro ritual importante dentro de la obra es el del Banquete. El momento de la cena en la cultura de occidente, es un momento de unión, de reunión con los más cercanos. En Macbeth, el protagonista elije esta instancia para ejecutar o planear sus crímenes. En protagonista utiliza el rito de la buena mesa para agasajar, aún sabiendo que aquéllos a los que sirve, tarde o temprano serán asesinados por su mano.
En Hamlet, las características generales coinciden, como obra manierista que representa, con las características de movimiento literario mencionado. Numerosas veces se notan las conexiones entre la definición de "manierismo" (proviene del término "maniera" en italiano) y la obra Hamlet. A lo largo de la obra se notan claramente los detalles de una tragedia con estilo y personalidad propia, donde se observan posturas forzadas, un irreal tratamiento de espacio y los numerosos y repetidos efectos dramáticos.
Sin ir más lejos, la confusión y la falta de medida se observan a lo largo de la obra, sin una conexión clara de los elementos, generando dudas en el lector sobre la realidad de los acontecimientos; por ejemplo, no se sabe si Hamlet está en verdad loco o si actúa, o si comienza a estarlo luego de ver el fantasma de su padre, en vez de estarlo desde antes del casamiento, estas escenas, generan confusión, sumadas a las escenas donde la "locura" o la "actuación" se van de las manos del protagonista, llegando a actos y lejos de toda moral y ética, como asesinar a Polonio o reaccionar violentamente contra su madre y su amante.
No cabe dudad de que Hamlet, es una típica tragedia llena de tensión como lo son obras de la literatura griega como "Antigonas", a pesar de que estas no manifiestan un constante desequilibrio y un tironeo ininterrumpido entre escenas de tranquilidad y armonía con otras de oscuridad y tensión; que además, tienen características irreales, como el bosque donde aparece el fantasma de su padre, o el cementerio donde entierran a Ofelia; que son descriptos como los bosques de los clásicos cuentos de hadas.
Como ya hemos mencionado, Hamlet es una tragedia, pero esto no se manifiestas sólo en el final conflictivo que presenta, si no que se percibe a lo largo de todo el relato, con actos de pesimismo y melancolía, presentes prácticamente en todos sus protagonistas, como Hamlet y Ofelia, que parecen ser sólo sujetos sumergidos en su propia tristeza y su mundo paralelo al real, donde saben "demasiado" como para ser felices y perciben elementos que sólo los lastiman más y los entierran más en el fondo de su propia locura, que los lleva a actos insensatos que ni ellos logran comprender, pero que a pesar de su naturaleza dramática el autor sabe combinar con frases burlonas e irónicas, logrando así, cierta comicidad y travesura.


Conclusiones
En la investigación anteriormente presentada, vemos la importancia de las obras de Shakespeare que, logran producir una catarsis, ya no a través de la compasión y el temor, sino a través de la crueldad y la violencia, lo que llevan al lector-espectador a horrorizarse ante los actos de sus personajes, que se presentan como seres cuya ambición, en el caso de Macbeth, transgrede los valores propios de la moral y la sociedad. En cuanto a Hamlet, el autor nos presenta el tema de la locura, la falsedad del ser y el dilema entre la vida y la muerte (“ser o no ser”); el bien y el mal.
Podemos concluir que ambas son obras dramáticas que contienen elementos propios de concepción de teatro de Antonin Artaud: tienen crueldad, violencia, ritualidad, horror, espanto, elementos metafísicos, locura y muerte.
En cuanto a nuestros hallazgos, nos parece importante destacar que Artaud busca, paradójicamente desde las ideas de la vanguardia, volver a un teatro primitivo, que vuelve a su sentido originario. A través de nuestro análisis, podemos afirmar que en las presentes obras hay mucho de esto; es un teatro que, además de rescatar tradiciones grecolatinas, retoman esta idea de lo primitivo, pero desde la visión de la naturaleza oscura humana. El teatro de Shakespeare es complejo, porque muestra relaciones complejas, en él se reúnen elementos del horror, que nos muestran a un hombre en su sentido originario.
El conflicto de la existencia humana es un sentimiento que atraviesa la historia del hombre; ha estado presente desde que éste nace como ser racional y evolucionado. Es por esto que las obras de Shakespeare son tan actuales como la obra más contemporánea, y que el teatro de Artaud es tan vanguardista como el más primitivo de los teatros.
[1] Manifestamos esta idea de “nueva forma de hacer teatro” entre comillas ya que, como veremos en el desarrollo del trabajo, los autores utilizados para este análisis (Artaud y Brook principalmente) vuelven a la idea de la concepción de teatro como un acto ritual, es decir, un teatro inicial.
[2] El Surrealismo es un movimiento artístico y literario surgido en Francia a partir del dadaísmo, en el primer cuarto del siglo XX en torno a la personalidad del poeta André Breton. Buscaba descubrir una verdad, con escrituras automáticas, sin correcciones racionales, utilizando imágenes para expresar sus emociones, pero que nunca seguían un razonamiento lógico.

[3] [3]. Las danzas realizadas por los tarahumaras son ceremonias llenas de significado; son una plegaria en pantomima, cuidadosamente ejecutada. A través de sus danzas, se ponen en comunicación con Dios. Una de sus danzas fundamentales es la danza del peyote, en la que Artaud habría participado